La luz y la sombra en la convivencia

Imagínate que invitas a una persona que admiras mucho a tu casa con tu familia. Cuando admiramos mucho a alguien siempre queremos dar buena impresión y no queremos que se vean nuestras imperfecciones. 

Cuando esta persona se va, entonces nos relajamos, soltamos aire y ya podemos ser otra vez “nosotros mismos”. Es decir, con nuestros defectos y nuestras virtudes. Nos damos cuenta del esfuerzo que es mantenerse en forma perfecta durante mucho tiempo. 

Por eso no se trata de esconder nuestros defectos, (lo cual es agotador), se trata de trabajarlos y transformarlos poco a poco, darles un baño, cortarles las uñas, ponerles guapos. Somos muy perversos cuando la solución es meterles en un baño a todos apilados pidiéndoles silencio y que no se note que están en la casa viviendo con nosotros. 

En la convivencia se ve la luz y la sombra. 

Los conflictos surgen de las incomprensiones, muchas veces de no aceptar las sombras del otro. Algunas personas evitan la convivencia para huir de sus propias sombras, de preferir seguir escondiéndolas, de no querer realizar un trabajo transformador en sí mismo. 

Si la pareja tiene muchos conflictos, una manera de intentar que se reconcilien es mediante un trabajo interno individual.